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Publicado: Lunes, 28 Agosto 2023 16:47
Tanto en Android como en iPhone, esta práctica puede afectar negativamente el rendimiento del teléfono

Al rededor del uso de los celulares hay muchos mitos, uno de ellos es que las aplicaciones que se están ejecutando en segundo plano y no se están usando, se deben cerrar para ahorrar batería. Algo que parece aplicar tanto para dispositivos con iOS como para Android. Pero la verdad es otra.
La realidad es que esta práctica no solo es ineficaz en el objetivo de querer disminuir el consumo de batería, sino que también puede afectar negativamente el funcionamiento de los teléfonos.
La gestión de aplicaciones en segundo plano es una característica clave en los sistemas operativos. La intención detrás de esta función es permitir a los usuarios cambiar rápidamente entre aplicaciones sin tener que reiniciarlas por completo cada vez.
Por qué cerrar aplicaciones no ayuda
Al igual que los computadores, los celulares cuentan con una memoria RAM, que se encarga de ejecutar las aplicaciones y todo el software para hacer funcionar el teléfono.
Pero cuando una aplicación está en segundo plano, en lugar de liberar RAM, el sistema operativo la mantiene en un estado de suspensión. Esto permite que la aplicación se reactive rápidamente y conserve el estado en el que se encontraba, evitando la necesidad de reiniciarla por completo.

Por lo que cerrar aplicaciones forzosamente solo hace que el dispositivo tenga que volverlas a cargar, consumiendo más recursos y potencialmente resultando en un mayor gasto de energía.
Desde Apple y Google han dejado claro que cerrar aplicaciones en segundo plano no tiene un impacto positivo en la duración de la batería y que hacerlo “incluso puede empeorar las cosas”, según el vicepresidente de ingeniería de Android, Hiroshi Lockheimer.
El efecto negativo que puede causar es que el sistema operativo se vea obligado a trabajar más para reabrir las aplicaciones cerradas, lo que se traduce en mayor consumo de recursos y un mayor desgaste en la batería.
Los teléfonos móviles están diseñados para administrar eficientemente la memoria y los recursos disponibles. Los algoritmos detrás de estos sistemas saben cuándo una aplicación debe permanecer en segundo plano y cuándo se debe suspender. Además, las aplicaciones en segundo plano no consumen batería al mismo ritmo que cuando están en primer plano.
Un aspecto adicional a considerar es el impacto en el rendimiento del dispositivo. Cerrar aplicaciones con frecuencia puede resultar en una carga excesiva para la unidad central de procesamiento (CPU) del teléfono. Cuando una aplicación se cierra y luego se vuelve a abrir, la CPU tiene que trabajar más para recargarla y ponerla en funcionamiento. Esto puede llevar a una disminución en la eficiencia general del sistema y afectar la velocidad del dispositivo.

La clave está en la gestión
Ya con el mito aclarado es momento de encontrar la solución: gestionar los permisos. La mayoría de aplicaciones permiten ejecutarse en segundo plano, ya que de esta manera se mantienen suspendidas y en caso de ser usadas nuevamente su acceso va a ser más fácil o también porque su naturaleza le pide al usuario mantenerlas en este estado.
Sin embargo, no siempre es necesario tener todas las apps en segundo plano, como puede ser el caso de los videojuegos o plataformas bancarias, ya que no son aplicaciones en las que estamos entrando y saliendo constantemente, como pueden ser el caso de las redes sociales o el navegador.
La gestión de estos permisos se hace a través de los ajustes del celular y de esa forma podemos ayudar a mejorar el consumo de la batería.
Fuente: infobae.com
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Publicado: Lunes, 14 Agosto 2023 15:32
La información personal de los menores tiene una gran demanda entre los ciberdelincuentes

En un mundo cada vez más conectado, la seguridad de los menores en línea se ha convertido en una prioridad urgente, especialmente en un contexto en el que los ciberdelincuentes están enfocando su atención en esta población cada vez más vulnerable al robo de identidad infantil, que solamente en Estados Unidos dejó casi un millón de niños víctimas de este delito en 2022.
Esta información personal se ha convertido en un objeto de deseo para los ciberdelincuentes, debido a que puede ser utilizada para abrir cuentas bancarias, solicitar préstamos y beneficios, o acumular deudas porque los menores no tienen calificaciones crediticias negativas y es menos probable que revisen sus cuentas bancarias con regularidad, lo que facilita que las estafas pasen desapercibidas durante años.
Y para que los padres y familiares responsables eviten que esto ocurra, ESET, una firma líder en seguridad informática, hace las siguientes 5 recomendaciones clave:
- Control de la información en redes sociales: Evitar compartir en exceso información sobre los menores en las redes sociales. Las fechas de nacimiento, lugares de estudio y detalles personales pueden ser utilizados en estafas diseñadas para obtener más información.
- Monitoreo constante: Mantener un seguimiento de la actividad en las cuentas de los niños, especialmente en actividades bancarias y telefónicas, para detectar cualquier movimiento inusual que pueda indicar un robo de identidad.
- Mantener dispositivos actualizados: Asegurarse de que todos los dispositivos domésticos estén actualizados con los últimos parches de seguridad y software antimalware para prevenir ataques.
- Educación digital: Explicar a los niños los peligros de compartir en exceso en las redes sociales y cómo identificar ataques de phishing o intentos de robo de identidad.
- Limitar suscripciones: Limitar la cantidad de cuentas y servicios a los que los menores se inscriben y usar datos de adultos en su lugar cuando sea necesario.
Los métodos para obtener estos datos

Las estrategias empleadas por los ciberdelincuentes para obtener estos datos son similares a las utilizadas para comprometer la información de los adultos:
- Phishing por correo electrónico, redes sociales o incluso mensajes de texto: Las personas son atraídas a hacer clic en enlaces maliciosos, potencialmente instalando malware que roba información, en muchos casos engañadas por sorteos o premios falsos para entreguen sus datos personales.
- Infracciones de terceros: Aproximadamente 7 millones de niños estadounidenses tuvieron su información personal expuesta y potencialmente comprometida a través de una violación de datos el año pasado.
- Adquisición de cuentas: los juegos, las redes sociales e incluso las cuentas de aprendizaje en línea pueden ser valiosos tesoros de información de identidad.
- Compartir en exceso en las redes sociales: Los padres pueden ser tan culpables como sus hijos/as de compartir demasiada información personal en redes.
- Miembros de la familia: El fraude familiar es sorprendentemente común y aproximadamente el 67% de los hogares que experimentan fraude de identidad infantil, la víctima conocía personalmente al perpetrador. El acceso cercano a documentos confidenciales brinda a estos miembros de la familia la oportunidad perfecta, y la suposición de inocencia significa que el fraude puede pasar desapercibido durante años.
“Sharenting” agrega un nuevo nivel de complejidad a la ecuación

Además de estas medidas preventivas, es crucial saber identificar señales de advertencia de intentos de fraude, como es el caso de facturas inusuales o solicitudes de cuentas bancarias rechazadas para los niños, que son indicios preocupantes a los que se debe prestar atención.
Y en caso de que se sospeche un robo de datos, actuar de manera rápida es esencial. Informar a la policía, notificar a las organizaciones involucradas y obtener informes crediticios donde se haya utilizado la información del menor para abrir una cuenta fraudulenta y solicitar el cierre y la confirmación por escrito que aclare que no es responsable; son pasos vitales.
En última instancia, es muy importante resaltar que la seguridad de los niños en línea es una responsabilidad compartida entre padres y cuidadores. Esto es especialmente relevante en en medio de las consecuencias imprevistas y complejas que ha traído consigo el fenómeno del “sharenting” -anglicismo que proviene de share (compartir) y parenting (paternidad)- que consiste en documentar las primeras sonrisas, palabras y pasos de los más pequeños en redes sociales.
Acción que en principio parece inofensiva pero que termina convirtiéndose en las primeras huellas digitales de los menores en Internet. Es por ello que la educación y la reflexión previa de los adultos son clave para preservar la privacidad y el bienestar de esta población en un mundo digital en constante evolución y cuyo alcance muchas veces desconocemos.
Fuente: infobae.com